Yo también lloré en el suelo de la cocina a las 3 A.M.
Cuando traje a casa a Bruno, mi primer Golden Retriever, pensaba que estaba preparada. Había leído libros, comprado la cama más cara y preparado mi casa. Pero nadie me preparó para la soledad de la primera noche.
Sus aullidos me rompían el corazón. Probé dejarlo llorar (terrible error), dormir con él (creando dependencia) y todo lo que Google sugería. Nada funcionaba de forma consistente.
Fue entonces cuando combiné mis estudios en etología con técnicas de relajación sensorial. No se trataba de "entrenar" a un bebé, se trataba de hacerlo sentir seguro. Así nació el Kit de Tranquilidad Nocturna.